miércoles, 7 de julio de 2021

Cronica De un Niño En Belen De Umbria.

 

Me parece todavía sonreír encontrándome en  mi  niñez, la caja de   recuerdos en los que se convierte el pasado, me parece que fue ayer cuando me levantaba  para irme a  la escuela mi pueblo.

 

Algo especial en mi infancia una  cantidad de recuerdos  que se me vienen a la memoria y  que forman parte de la caja espiritual que me sostiene cuando veo que todo ha quedado completamente vacío.

 

Mi  querido Belén de umbría  es un pueblo grande por su gente y mediano por su extensión sus calles son algo empinadas   con un parque en el centro donde   después  de tantas remodelaciones todavía  guardo en la memoria aquellos asientos semicirculares  donde  a su alrededor crecían  las flores  de todos los estilos el bolívar  del centro de la plaza., y la iglesia como siempre  la he conocido  con su  campana con una voz de claridad   espectacular.

 

Mi pueblo y mi gente,  de la que tanto he  aprendido  y a lo largo de los años  me he dado cuenta que poco conozco, las calles  de Belen de  Umbria sus  parques ,sus árboles de café cultivo que lo hicieron durante mucho tiempo uno de los municipios más  cafeteros.

 

Me  parece que fue ayer el momento en que me levantaba  para estar en la escuela, esa  General Santander donde miraba el mapa de Colombia en cemento, la  profesora doña Bernarda que nos enseñaba cantidad de cosas, los pupitres  las tardes polvorientas, las mañanas en que hacíamos cola para tomar aquella  leche que era regalada, y llegar a casa  a ver a mi madre y  a mi padre.

 

A  él lo recordaba  con  el aceite hirviendo en un perol  enseñándonos como preparar   los huevos que nadaban en él  y tomaban bellas formas, las casas Belumbrenses  siempre se han caracterizado por  ser grandes  corredores  y  un   patio inmenso  cubierto por vitrales, mi casa no era la excepción había una alfombra roja  parecía  persa que  se caracterizaba por un olor.

 

La vida era  rueda de colores  todo era eterno, el horizonte  lo parecía por que se fusionaba  y en parque  desaparecía  en un atardecer, el barco de  papel que armaba  yo frecuentemente desaparecía  en aquellos aguaceros  que a torrentes y   el cual  yo veía con curiosidad.

 

En el  campo estaba el día soleado, con una multitud de colores, hasta los pájaros alegres pero que  eran desafortunadamente masacrados por el sonido de nuestras caucheras, la colina de la  mañana se inclinaba cada vez más  al ver los juguetes tan caros  de los ricos  comparados con nuestras llantas extraídas  y  la cual  golpeábamos con un  palo en su suave rodar.

 

La noche, era hermosa toda  la familia se congregaba  alrededor del televisor Admiral, en  blanco y negro a  ver a  Alfred hitchcok, con sus noche de  terror, luego cada uno se despedía de mi padre buenas noches papa.

 

En un   mundo  solitario  se escuchaba en  silencio el  sonido de los libros que eran mis amigos y que se  abrían  ahí tenía mi mente, abierta y pura  con  una precocidad  de  solo  cuatro años, para saber ya leer e interpretara aquellas fabulas de Esopo, el tesoro de la juventud, y la enciclopedia de  los  animales, tantas  lecturas, que  me dejaron  el tesoro que todavía alcanza  a dar.

 

Y mis amigos  de la infancia  aquel  recuerdo de noches en que tras una  pelota corría y gozaba la vida como único momento, o en el que  toda mi imaginación  se convertía en diferentes personajes.

 

Podría llenar planillas y planillas de recuerdos de Belén de Umbría, lo único que digo es que mi pueblo  siempre  nos brindó en  el momento, los recuerdos de la infancia, y  que a veces se nos olvidan.

 

Luis  Carlos  Zamora  Cano 

8 Abril 2012

 

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