Me parece todavía sonreír
encontrándome en mi niñez, la caja de recuerdos en los
que se convierte el pasado, me parece que fue ayer cuando me levantaba
para irme a la escuela mi pueblo.
Algo especial en mi infancia
una cantidad de recuerdos que se me vienen a la memoria y que
forman parte de la caja espiritual que me sostiene cuando veo que todo ha
quedado completamente vacío.
Mi querido Belén de umbría
es un pueblo grande por su gente y mediano por su extensión sus calles
son algo empinadas con un parque en el centro donde
después de tantas remodelaciones todavía guardo en la memoria
aquellos asientos semicirculares donde a su alrededor crecían
las flores de todos los estilos el bolívar del centro de la
plaza., y la iglesia como siempre la he conocido con su
campana con una voz de claridad espectacular.
Mi pueblo y mi gente, de la que
tanto he aprendido y a lo largo de los años me he dado cuenta
que poco conozco, las calles de Belen de Umbria sus parques ,sus árboles de
café cultivo que lo hicieron durante mucho tiempo uno de los municipios
más cafeteros.
Me parece que fue ayer el
momento en que me levantaba para estar en la escuela, esa General
Santander donde miraba el mapa de Colombia en cemento, la profesora doña
Bernarda que nos enseñaba cantidad de cosas, los pupitres las tardes
polvorientas, las mañanas en que hacíamos cola para tomar aquella leche
que era regalada, y llegar a casa a ver a mi madre y a mi padre.
A él lo recordaba
con el aceite hirviendo en un perol enseñándonos como
preparar los huevos que nadaban en él y tomaban bellas
formas, las casas Belumbrenses siempre se han caracterizado por ser
grandes corredores y un patio inmenso
cubierto por vitrales, mi casa no era la excepción había una alfombra
roja parecía persa que se caracterizaba por un olor.
La vida era rueda de
colores todo era eterno, el horizonte lo parecía por que se
fusionaba y en parque desaparecía en un atardecer, el barco
de papel que armaba yo frecuentemente desaparecía en aquellos
aguaceros que a torrentes y el cual yo veía con
curiosidad.
En el campo estaba el día
soleado, con una multitud de colores, hasta los pájaros alegres pero que
eran desafortunadamente masacrados por el sonido de nuestras caucheras, la
colina de la mañana se inclinaba cada vez más al ver los juguetes
tan caros de los ricos comparados con nuestras llantas
extraídas y la cual golpeábamos con un palo en su suave
rodar.
La noche, era hermosa toda la
familia se congregaba alrededor del televisor Admiral, en blanco y
negro a ver a Alfred hitchcok, con sus noche de terror, luego
cada uno se despedía de mi padre buenas noches papa.
En un mundo
solitario se escuchaba en silencio el sonido de los libros
que eran mis amigos y que se abrían ahí tenía mi mente, abierta y
pura con una precocidad de solo cuatro años, para
saber ya leer e interpretara aquellas fabulas de Esopo, el tesoro de la juventud,
y la enciclopedia de los animales, tantas lecturas, que
me dejaron el tesoro que todavía alcanza a dar.
Y mis amigos de la
infancia aquel recuerdo de noches en que tras una pelota
corría y gozaba la vida como único momento, o en el que toda mi
imaginación se convertía en diferentes personajes.
Podría llenar planillas y planillas
de recuerdos de Belén de Umbría, lo único que digo es que mi pueblo
siempre nos brindó en el momento, los recuerdos de la infancia,
y que a veces se nos olvidan.
Luis
Carlos Zamora Cano
8 Abril 2012
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