Lucas miro una estrella y esa estrella estaba en el cielo, caía lentamente, lucas como le llamaban sus amigos cariños amente, se llenaba de rosas al atardecer sentía el olor a ellas.
Lucas nació con la pasión visionaria del extremo recordado de las voces; los recuerdos aplazados del camino del intermedio se asomaban por su esquina.
Lucas prendió el camino de la noche, y los recuerdos dibujados en el entorno del pensamiento que giraba y giraba a través del trino del canto del sinsonte.
El olor del amanecer, el olor a vaca a tamales, a sonrisas y pensamientos, para Lucas siempre fue más importante sentir.
Por eso Lucas ahora que la noche se acerca; ve que el amanecer del tiempo y el péndulo del reloj no fueron encontrados nuevamente, en cada uno de sus recuerdos de voces pasajeras.
Morderá Lucas el camino polvoriento, sentirá su recuerdo, el recuerdo del caer del agua, de café en la mañana.
Para lucas devolverse al camino de niño, ya es imposible; de las voces que a lo lejos lo llaman, solo queda un montón de cenizas que se quemaron en el camino, al caerse de la noche, de una voz, de un pensamiento pasajero.
De la noche la mañana de la mañana a la noche; una madeja de recuerdo recuerda a Lucas, que cada voz y cada pensamiento ; lo pone triste en el silencio, la pala lo persigue la misma pala, vivió de lejos y de cerca.
Es imposible fraguar que en la inmensidad del sueño; a Lucas se le dé por pensar que, solo quedo el recuerdo.
Lucas se quedara en silencio, se recogió el iris, y se irá por el mismo camino por el mismo túnel del silencio.
Lucasjsilverado.lcz.
Luis Carlos Zamora Cano
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